martes, 28 de septiembre de 2010

¿ES EL ESTADO ESPAÑOL ACONFESIONAL? NO, NI ESO. POR UN ESTADO LAICO Y DEMOCRÁTICO.




LA FALACIA DEL ESTADO ACONFESIONAL

La RAE dice de la palabra “Aconfesional” lo siguiente: Que no pertenece o está adscrito a ninguna confesión religiosa.

La Constitución de 1978 define el estado español como aconfesional pero en su artículo 16 punto tercero hace mención a la Iglesia Católica diferenciándola de las demás confesiones: “Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones”.

Esto lleva a preguntarnos una serie de cuestiones tales como:

¿Cabe en un estado aconfesional que sus cargos públicos de relevancia juren o prometan su cargo delante de un crucifijo símbolo, por excelencia, de la Iglesia Católica?

¿Cabe en un estado aconfesional que su Jefe, en este caso el monarca, vaya a celebrar el día del patrón de su reino a una catedral y le pida al santo, que todo el mundo sabe que ni presuntamente descansa allí, que arregle los graves problemas de “su patria”, ante el estupor de todos los librepensadores?

¿Cabe en un estado aconfesional que los funerales de estado y los relacionados con el mundo de las Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad sean celebrados por el rito católico y retransmitidos por las televisiones públicas?

¿Cabe en un estado aconfesional que la familia real haga ostentación de su condición de católicos y sean retransmitidos con el dinero público todos los acontecimientos en la vida de sus miembros ligados a los ritos de la Iglesia Católica?

¿Cabe en un estado aconfesional que la Iglesia adopte el papel de interlocutor y actor político cuestionando leyes y decisiones que sólo deben ser decididas y adoptadas en el seno del Congreso de los Diputados y el Senado?

¿Cabe en un estado aconfesional que la Iglesia Católica introduzca a ojos vistos a miembros de sus sectas más relevantes, reaccionarias y peligrosamente poderosas en los diferentes partidos como obreros a trabajar a favor de sus intereses?

¿Cabe en un estado aconfesional que la Iglesia Católica sea subvencionada ad infinitum con el dinero de todos los españoles, hayamos marcado o no la casilla famosa?

¿Cabe en un estado aconfesional que la Iglesia Católica dentro de su propaganda de beneficiencia y atención al necesitado cope el terreno de las ayudas sociales de urgencia con el dinero público y se lleve la gloria y el prestigio social?

¿Cabe en un estado aconfesional que la Iglesia Católica sea la propietaria de la mayoría de los colegios concertados y que entre las filas de los docentes de éstos, haya seleccionadores de niños dirigidos para que una vez adolescentes sean captados por sectas como el Opus Dei?
¿Cabe en un estado aconfesional que se siga manteniendo la clase de religión en los centros públicos y que los profesores de esta materia, que sigue teniendo valor curricular, sean pagados sus salarios por el estado mientras los que imparten esta”maría” los elige la Iglesia?

¿Cabe en un estado aconfesional que haya crucifijos en centros de enseñanza públicos?

¿Cabe en un estado aconfesional que los cargos públicos publiciten y participen en actos exclusivamente religiosos como puede ser la Semana Santa o besen los anillos de los obispos rodilla en tierra mientras están ejerciendo como representantes del pueblo y no en su tiempo libre?

¿Cabe en un estado aconfesional que la Iglesia Católica tenga concedidas licencias para poder tener sus propios medios de comunicación de masas, televisión, radio, desde donde juzgar y criticar las decisiones de las administraciones públicas mientras reciben las subvenciones estatales?

¿Cabe en un estado aconfesional que los nombres de las calles y las fiestas de casi todas las poblaciones de este Estado sean regidas por un santoral inacabable, entre los que se encuentran santos de muy dudosa reputación moral, y que el calendario oficial de festivos tenga también estas connotaciones?

¿Cabe en un estado aconfesional el hecho de que en las Fuerzas Armadas existan hoy en día capellanes castrenses y congregaciones de monjas que forman parte del personal de los hospitales militares como las famosas Hermanas de la Caridad, que fueron las despiadadas carceleras de las mujeres republicanas y antifascistas durante la dictadura franquista?

¿Cabe en un estado aconfesional que todo esto se produzca en un territorio donde hay ciudadanos, perdón, súbditos que practican otras religiones, que son agnósticos, ateos o que simplemente, y lo más importante y fundamental, abogan por un estado laico?

¿Cabe en un estado aconfesional que todo esto se produzca gracias a una dictadura fascista de casi 40 años que dejó muy bien colocada a su principal aliada y brazo adoctrinador, la Iglesia Católica, dejando una herencia, más bien adherencia de privilegios, que ha continuado gracias a su atado y bien atado en forma de monarquía?

LA IMPORTANCIA DE UN ESTADO LAICO

La respuesta a todas estas preguntas y a algunas más que, en nuestro desconcierto ante tanto abuso, hayamos podido olvidar es: SÍ. Cabe en este estado y eso a pesar de la falta de vocaciones y de clientela los domingos, de los escándalos financieros, de los delitos sexuales y de sus posturas reaccionarias de las que siguen siendo víctimas colectivos como las mujeres, los gays, las lesbianas o transexuales. Su poder sigue creciendo inexplicablemente y la sensación de que son intocables e impunes, como realmente son, les hace erigirse en la única conciencia válida de la sociedad, hasta el punto de arrinconar y amedrentar a los cristianos de base que abogan por una Iglesia completamente distinta y que están por el estado laico.

Los males de la Transición y su nada modélico desarrollo son culpables también de este punto, pues en el apartado de capitulaciones, si la más sangrante fue la renuncia a la República, no lo fue menos la negación de la justicia para los antifascistas que la defendieron y la negación del estado laico, este último vendido en un Concordato con la Santa Sede cuyos últimos acuerdos fueron firmados en 1979 (Asuntos Jurídicos, Enseñanza y Asuntos Culturales, Asuntos Económicos y fuerzas Armadas) y que son la envidia de la Iglesia Católica en los diferentes países donde sus delegaciones aspiran a la situación de privilegio de la española. Este Concordato no ha sido cuestionado, revisado y creo que no entra entre los planes de recortes del gobierno meter la tijera en los acuerdos con la Iglesia, para eso ya están los trabajadores y los pensionistas.

Es fundamental para hablar de estado democrático el tener como primer punto de referencia la división estado-iglesia y la confinación de la religiosidad y la fe al ámbito privado. No se pueden admitir, permitir y mucho menos subvencionar las ingerencias de la Iglesia Católica en el desarrollo de las dinámicas del estado y de la sociedad.

La visita del Papa por estas sus tierras de conquista se enmarcan en una situación de grave crisis económica a pagar por los de siempre, a los que también les tocará pagar los millones de euros que los paseos papales van a costarnos a todos. No sabemos realmente a que se debe esta previa propagandística de lo que acontecerá en Madrid en 2011. No sabemos si en los presupuestos recién aprobados ya habrá una hermosa partida con el nombre de Ratzinguer. Lo que sí sabemos es que todo esto es indecente y que estamos en contra (aunque ahora no esté de moda, por políticamente incorrecto), estamos en contra de la visita papal, de lo que significa y en contra de esta publicidad católica retransmitida desde las televisiones públicas.

Este no es un estado aconfesional pero esperamos que pronto sea un estado laico.

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